Todo esto comenzó hace tiempo, hacía años
que yo me sentía realmente mal cada vez que veía a gente pidiendo en la calle,
creyendo que los que no ganamos nuestro propio dinero tampoco tenemos mucho
para ofrecerles ¿O sí que lo tenemos?
El año pasado, me tocó escribir una
redacción que no sé cómo terminó hablando sobre el autoengaño, y se me ocurrió
poner el ejemplo de la reacción de la gente cuando ve a un mendigo, momento en
el que pienso que de una u otra manera casi todos terminamos por engañarnos a
nosotros mismos.
Según escribí, hay personas que prefieren
no darles dinero pensando que es probable que lo inviertan en algún vicio, y no
en lo que deberían, y parece que con pensar que les están ayudando a no seguir
con ellos su conciencia se acalla.
Luego están los que procuran pasar
rapidito, mirando el móvil o hacia otra dirección, y con suerte devuelven el
saludo tímidamente. Sé que la conciencia de esta gente no está tranquila, y
saben que algo marcha mal, pero se dicen que su ayuda no serviría de nada sin
siquiera intentarlo, y por lo general continúan hacia donde se dirigían
olvidando a esa persona que pasará el día en la calle una vez que han cambiado
de acera.
Tampoco podemos olvidar a quienes sí se
acercan a intentar colaborar un poco, lo cual siempre es de agradecer, pero por
lo general se limitan a depositar algo de dinero y marcharse como temerosos, sin
siquiera mirar a los ojos de la persona a quien lo dan.
A mí ninguna de estas opciones me
convencía, y me preguntaba si no podría intentar hacer algo más, ya que algo mi
interior parece gritar una queja cada vez que veo a la gente pasar indiferente
a su lado, como si de una parte más del típico mobiliario urbano se tratasen.
Así que, sólo faltaba alguna idea, y esa
me la dieron las redes sociales, que sí, que de vez en cuando ¡tienen grandes
utilidades! Por eso, cuando gracias a un amigo pude leer sobre la iniciativa de
los cafés pendientes la cosa estuvo clara. Mi pregunta era, ¿por qué siendo una
idea tan simple nadie la ha llevado a cabo en Pamplona? ¡Esto tengo que
cambiarlo!
Mi primer intento fracasó, porque al
parecer no era buen momento, pero eso sí, la gente que se quiso unir a mi
proyecto siempre estuvieron ahí animando a que todo saliera adelante y
mostrando una total disponibilidad.
Por eso mismo no podía fallarles, y como
una es cabezona, finalmente lo logré! El bar La Granja, en la calle Estafeta me
dio la oportunidad. Fue así como conseguí salirme con la mía y llegamos a un
acuerdo, según el cual en su establecimiento alguien puede dejar pagado un “café
pendiente” y recibirá un vale para poder
entregar a quien juzgue que lo necesite (Ojo! sea alguien en la calle o
cualquier otra persona, que lamentablemente la cosa está bastante mal estos
últimos años).
Así que, bueno, a partir de ahora ya
puedo llevar un ticket siempre en la cartera, y si encuentro a alguien que
pueda necesitarlo, no pasar de largo, si no acercarme y ofrecerle que pueda ir
a un lugar caliente y tomarse algo que yo le invito.
Sé que no arreglaré gran cosa con ello,
pero me parece una bonita manera de acercarme a hablar con esas personas, de
pasar de esa indiferencia que la sociedad parece inducir y tratar de romper con
el automatismo de la gente que al verlos directamente pasan de largo ya sin
plantearse nada de nada.
Así que, os animo a todos a que si
vuestra conciencia os da un toque al ver a alguien en la calle os suméis a esta
iniciativa, ya que estoy muy de acuerdo con algo que decía el gran Gandhi: “Casi
todo lo que realice será insignificante, pero es muy importante que lo haga”.
Y
gracias infinitas a todos los que os suméis y a quienes han colaborado dando vida a mis
ideas, sois geniales! J
Es una idea genial. Cualquier cosa que se pueda hacer por mejorar el mundo, por pequeña que sea, vale la pena. Nos pasamos el día quejándonos de lo mal que andan las cosas y de que así no vamos a ningún lado cuando en realidad en nosotros, en cada una de las personas está el poder de cambiar el rumbo de las cosas. Que no me digan luego que la juventud de hoy en día no se para a pensar y que va a su bola. Muchas gracias por ser tan cabezota, por no haberte dado por vencida cuando no salió en verano, ahora entre todas te ayudaremos a sacarlo. Termino con una frase de Martin Luther King para recordar que por muy pequeña que sea, toda ayuda es bien recibida "Si ayudo a una sola persona en el mundo a tener esperanza, entonces no habré vivido en vano". ¡Buena suerte!
ResponderEliminarSois las mejores!! ánimo, porque el bien siempre triunfa como habéis podido comprobar. Pero recordad que pueden haber baches, que estos sirvan para mejorar y coger más fuerzas para seguir con ideas tan geniales como esta....Gracias por querer cambiar el mundo
ResponderEliminarMe parece una idea genial !!, y tal como lo presentas, seremos muchos los que sigamos esta iniciativa. ¿Por qué no... con un bocadillo pagado de antemano, o un plato combinado...? Yo colaboro en un comedor social y veo la necesidad que hay de ayuda. Además en estos mundos de la solidaridad se conoce a gente estupenda, que vive la vida pensando en los demás y con entusiasmo. ¡ANIMO A TODOS!
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